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martes, 29 de abril de 2008

MMORPGs

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Ultimamente me ha dado por meterme en unos cuantos juegos online, y os los pongo aqui para que les echeis un ojo...

Primero, Tibia, del que ya os he hablado, aunque no es un MMORPG propiamente dicho

Luego, Saiya, tipo medieval con dos facciones, Luz y Oscuridad, muy interesante (yo voy con la Oscuridad,jeje, con un Deatheater con dos hachas de combate XD)


Tercero, World of Kung Fu, basado en las tradiciones míticas chinas, en el que todos los personajes son guerreros que se diferencian en el arma escogida como vía, muy chulo, gráficamente es el que más me gusta.



Cuarto, Planeshift,el único que he visto de momento para Linux y recomendado por Jose, aun no lo he probado


Y por último, World of Warcraft, el más conocido y que aún no he probado (sorry Álvaro) pero me metere en breve para la prueba de 10 días...



Y para terminar, una web con un listado enooorrmeee de distintos tipos y clases de MMORPGs...http://www.mmorpggratis.com/



PD: ¿He actualizado suficiente? XD

¡El Dragón se comió al Tigre!

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El Tigre palmó tras varias explosiones y venenos... tantos que aunque esquivó alguna, no pudo más que fallecer... y con esto quedan sólo tres!! Ánimo y acaba con ellos!!

Dragon-> 1 vida
Cuervo-> 2 vidas
Lobo-> 1 vida


PD: Sorry por tardar tanto en actualizar, jeje...

The Klein Four

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A petición de Jose, os pongo la web del grupo de Matematicos The Klein Four Group del que ya os puse alguna cosa antes aqui.

¡Buenas entradas!

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Un simple consejo: Mirad las últimas entradas de toda los blogs que tengo linkados en el lateral... Cada una en su forma, son magníficas!!

viernes, 18 de abril de 2008

Stargate: El Arca de la Verdad

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Pues según me comenta Kormarán, ya está disponible la nueva película de Stargate, que junto con otra que aún está por salir, continúan la décima temporada. "Disponible" aqui.

miércoles, 16 de abril de 2008

Dragón furioso!!

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Parece que alguien hizo enfadar al Dragon!! Y se va a tomar la revancha!!


El día 24 hara un año que empezamos... y parece que solo quedará uno... realmente aún me cuesta creerlo... pensar que creíamos que sólo duraría una semana...

martes, 15 de abril de 2008

El corazón delator - E.A.Poe

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¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.

Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.

Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:

-¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.

Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.

Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.

¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.

Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.

Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.

Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!

Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?

Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.

Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.

Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.

Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!

-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!

FIN

sábado, 12 de abril de 2008

Sucede

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Cuchillas afiladas en la garganta

descienden desgarrando suavemente

despacio, calmadas

no quieren pasar más abajo

las cuchillas de la frustración







¿Porque no habrá en la noche un camino abierto por el cual se pueda correr una eternidad alejándose de la tierra?” (de Roberto Arlt)

¡Dragón herido!

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¡Increible! Después de tanto tiempo, el Dragón cometió un error y sucumbió ante un poderoso veneno inhalado enviado por el Cuervo... eso si, se sacrificó para salvar a parte de su estirpe... Si es que al final va a resultar que los dragones son unos sentimentales... Ánimo y seguid!!

Ya casi hace un año que esto empezó. Sería interesante que cuando se cumpla, el 24 de Abril, sólo quedara uno...

jueves, 10 de abril de 2008

Matematicas del amor

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Hoy parece que tiramos la casa, jaja... en fin, un grupo de matematicos que decidieron hacer una canción sobre el amor desde las matematicas. Más que interesante...



La letra original:

Finite Group of Order Two (M. Salomone)


The path of love is never smooth
But mine's continuous for you
You're the upper bound in the chains of my heart
You're my Axiom of Choice, you know it's true

But lately our relation's not so well-defined
And I just can't function without you
I'll prove my proposition and I'm sure you'll find
We're a finite simple group of order two

I'm losing my identity
I'm getting tensor every day
And without loss of generality
I will assume that you feel the same way

Since every time I see you, you just quotient out
The faithful image that I map into
But when we're one-to-one you'll see what I'm about
'Cause we're a finite simple group of order two

Our equivalence was stable,
A principal love bundle sitting deep inside
But then you drove a wedge between our two-forms
Now everything is so complexified

When we first met, we simply connected
My heart was open but too dense
Our system was already directed
To have a finite limit, in some sense

I'm living in the kernel of a rank-one map
From my domain, its image looks so blue,
'Cause all I see are zeroes, it's a cruel trap
But we're a finite simple group of order two

I'm not the smoothest operator in my class,
But we're a mirror pair, me and you,
So let's apply forgetful functors to the past
And be a finite simple group, a finite simple group,
Let's be a finite simple group of order two
(Oughter: "Why not three?")

I've proved my proposition now, as you can see,
So let's both be associative and free
And by corollary, this shows you and I to be
Purely inseparable. Q. E. D


Y la letra traducida:
El camino del amor nunca es suave
Pero es mío es continuo para ti
Tú eres la cota superior en las series de mi corazón
Eres mi Axioma de Elección, sabes que es verdadero.

Pero últimamente nuestra relación no está tan bien definida
Y yo no tengo tu función exacta
Voy a probar mi proposición y estoy seguro de que hallarás
Que somos un grupo simple finito de orden dos

Estoy perdiendo mi identidad
Estoy obteniendo tensores cada día
Y sin pérdida de generalidad
Voy a suponer que tú sientes lo mismo

Dado que cada vez que te veo, simplemente sacas cociente
La imagen fiel que he mapeado en mí
Pero cuando estamos inyectivos (uno a uno) verás lo que hay en mí
Porque somos un grupo simple finito de orden dos

Nuestro equivalencia se mantuvo estable,
Un lazo de amor asentado profundamente
Pero entonces introdujiste una discontinuidad entre nuestras dos formas
Ahora todo se ha complejizado

Cuando nos conocimos, nos hicimos simplemente conexos
Mi corazon está abierto pero es demasiado denso
Nuestro grafo ya estaba dirigido
a tener un límite finito, en algún sentido

Vivo en el nucleo de una función de rango uno
Desde mi dominio, la imagen parece tan deprimente,
Porque todo lo que veo son ceros, es una trampa cruel
Pero somos un grupo simple finito de orden dos

No soy el operador más suave de mi clase,
pero somos imagenes, yo y tú,
Asi que apliquemos los operadores de olvido al pasado
Y seamos un grupo simple finito, seamos un grupo simple finito
Seamos un grupo simple finito de orden dos
(Otro: "¿Por qué no de orden tres?")

He demostrado ahora mi proposición, como puedes comprobar,
Seamos ambos asociativos y libres
Y como corolario: Esto demuestra que tú y yo somos
puramente inseparables. Q. E. D

Extraido de http://singularidad.wordpress.com/2008/01/26/cancion-matematica-de-amor/

Musica de windows

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Alguien con mucho tiempo libre y muy aburrido decidió crear esta canción hecha a partir de los sonidos del windows xp y 95...

RL Mana potion!!

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¡Existen de verdad!!




Ver mas información aqui

¿Corte de luz? JA!

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Si es que usar el ventanucos tiene su precio... aunque luego digan de la electricidad... tal como ponían en la web donde lo vi... ¿Si se les fue la luz, cómo es que vemos un ordenador reiniciandose, es decir, que se siguió emitiendo??

miércoles, 9 de abril de 2008

miércoles, 2 de abril de 2008

Video Friki XD

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Viendo que el video friki del Dragon Ball Rap ha tenido éxito, os pongo otro video de Porta, en el que reune bastantes cosillas frikis, esas cosillas a las que hemos jugado todos....
(Jose, ten en cuenta que este chiquillo llegó tarde a la época dorada de las aventuras gráficas XD )

martes, 1 de abril de 2008

Videos varios

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Esta vez os traigo videos raros que me he encontrado trasteando por la red...

El primero, un video hecho en Slow-motion, bastante peculiar


El segundo, un video largo, unos diez minutos, pero que merece la pena... hechos habituales con cámaras ultra rápidas....(a mi el globo me gusto mucho)


El tercero, hace tiempo que queria colgarlo, el dragon Ball Rap de Porta


El cuarto, cómo doblar una camiseta en dos segundos...


El quinto, como hacer el moon walk...



Y el sexto, un anuncio curioso: "Mi mama dijo que podía..."