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viernes, 30 de mayo de 2008

Je ne suis pas là pour être aimé

Hay una mujer y grandes cajas de cartón. Poco más, la habitación de blanco inmaculado no me resulta familiar. Parece la sala de un psiquiátrico, pero ni tan siquiera ahora podría engañarme. ¿Cuántos años han pasado?

¿Y ésto? Ordenador nuevo, problemas nuevos. Sé que es una tontería, como dice Juan, la gran red la dirige un sindicato de hadas, aún así, me molesta.

Si al menos hubiera saltado una webcam porno, pero no, sólo es una extraña de mudanza, una silueta anodina vendiendo su vida. Lo que no puedo evitar es sentirme espiado; me mira del modo en que Ella lo hacía, tanteando con alevosía los márgenes de la locura. Y aunque no es posible -porque no lo es-, me turba la visión de una de tantas personas que hipotecan su existencia para pagar el alquiler. Quizá porque la situación no difiere tanto de “Iria vendiendo empatía” en las esquinas de una ciudad tan moribunda como cínica.

Es igual, sonrío de todos modos, este error de conexión me ha devuelto la añeja frescura de nuestro primer encuentro, la noche en que me tildó de “Don Juan de Pacotilla”... No se equivocaba, si esa extraña que se ha puesto a bailar no estuviese vete a saber dónde, en un par de horas yacería desnuda y sonriente bajo mis sábanas.

¡¡Ja!! Resulta curioso que el objeto de mi voyeurismo casual se contonee al ritmo de la música que escucho. Realmente cada movimiento cuadra a la perfección: si la paro, se para, si subo el volumen, aumenta la amplitud de su bamboleo... Curioso, sí, si no supiera que la transmisión no es exacta en su temporalidad podría llegar a creer que...

No, no, no, no, no.



Resbalo, puedo sentir como el resorte de la cordura abandona su precaria posición, no hay nada que hacer, mis ojos se hacen verdes por el llanto, mi garganta cerrada emite palabras olvidadas, y el instante apocalíptico que esperaba la miseria acumulada, se extiende hasta el infinito.

¡¡¿Porqué?!! El recuerdo sepultado regresa; y frente a Iria hay un hombre con mi estampa que la acorrala, la vence, y la atroz despedida en que borró las coordenadas de su cuerpo perfora mis retinas con la claridad de una mañana de Agosto.

Entre espasmos reabro los ojos, nada hay mas que el silencio helado de ese rostro ajeno.

Olvido el raciocinio y lanzo mi manaza sobre la pantalla un segundo antes de derrumbarme escaleras abajo. Necesito que la vida de Mayor insufle voz a la mía. Los guiris apiñados en la escuela del bajo hacen un pasillo ante mi estampida, y boqueando indisimuladamente alcanzo por fin el bullicio del anonimato.

- J´ai t´aime.

Un susurro, supongo que la paranoia ganó la partida, pero aun así me giro, y es entonces cuando la veo. Tendida sobre la acera, a pocos metros, entrevista apenas entre las piernas de la gente está la figura inerme de la mujer que me acaba de robar el aire.

Isis Agudín
Texto presentado al I Certámen de Novela Breve de Colegios Mayores de la USAL

1 comentario:

Unknown dijo...
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